La física cuántica, también conocida como mecánica ondulatoria, es la
rama de la física que estudia el comportamiento de la materia cuando las
dimensiones de ésta son tan pequeñas, en torno a 1.000 átomos, que
empiezan a notarse efectos como la imposibilidad de conocer con
exactitud la posición de una partícula, o su energía, o conocer
simultáneamente su posición y velocidad, sin afectar a la propia
partícula (descrito según el principio de incertidumbre de Heisenberg).
Surgió a lo largo de la primera mitad del siglo XX en respuesta a los problemas que no podían ser resueltos por medio de la física clásica.
Los dos pilares de esta teoría son:
• Las partículas intercambian energía en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, denominado quantum (cuanto) de energía.
• La posición de las partículas viene definida por una función que describe la probabilidad de que dicha partícula se halle en tal posición en ese instante
Ratificación Experimental
El hecho de que la energía se intercambie de forma discreta se puso de relieve por hechos experimentales, inexplicables con las herramientas de la mecánica clásica, como los siguientes:
Según la Física Clásica, la energía radiada por un cuerpo negro, objeto que absorbe toda la energía que incide sobre él, era infinita, lo que era un desastre. Esto lo resolvió Max Plank mediante la cuantización de la energía, es decir, el cuerpo negro tomaba valores discretos de energía cuyos paquetes mínimos denominó "quantum". Este cálculo era, además, consistente con la ley de Wien (que es un resultado de la termodinámica, y por ello independiente de los detalles del modelo empleado). Según esta última ley, todo cuerpo negro irradia con una longitud de onda (energía) que depende de su temperatura.
La dualidad onda corpúsculo, también llamada onda partícula, resolvió una aparente paradoja, demostrando que la luz y la materia pueden, a la vez, poseer propiedades de partícula y propiedades ondulatorias. Actualmente se considera que la dualidad onda - partícula es un "concepto de la mecánica cuántica según el cual no hay diferencias fundamentales entre partículas y ondas: las partículas pueden comportarse como ondas y viceversa".
El tamaño medio de un átomo es de una diez millonésima de milímetro, es decir, un millón de átomos situados en fila constituirían el grosor de un cabello humano ...
Aplicaciones de la Teoría Cuántica
El marco de aplicación de la Teoría Cuántica se limita, casi exclusivamente, a los niveles atómico, subatómico y nuclear, donde resulta totalmente imprescindible. Pero también lo es en otros ámbitos, como la electrónica (en el diseño de transistores, microprocesadores y todo tipo de componentes electrónicos), en la física de nuevos materiales, (semiconductores y superconductores), en la física de altas energías, en el diseño de instrumentación médica (láseres, tomógrafos, etc.), en la criptografía y la computación cuánticas, y en la Cosmología teórica del Universo temprano.
Un nuevo concepto de información, basado en la naturaleza cuántica de las partículas elementales, abre posibilidades inéditas al procesamiento de datos. La nueva unidad de información es el qubit (quantum bit), que representa la superposición de 1 y 0, una cualidad imposible en el universo clásico que impulsa una criptografía indescifrable, detectando, a su vez, sin esfuerzo, la presencia de terceros que intentaran adentrarse en el sistema de transmisión. La otra gran aplicación de este nuevo tipo de información se concreta en la posibilidad de construir un ordenador cuántico, que necesita de una tecnología más avanzada que la criptografía, en la que ya se trabaja, por lo que su desarrollo se prevé para un futuro más lejano.
En la medicina, la teoría cuántica es utilizada en campos tan diversos como la cirugía láser, o la exploración radiológica. En el primero, son utilizados los sistemas láser, que aprovechan la cuantificanción energética de los orbitales nucleares para producir luz monocromática, entre otras característcias. En el segundo, la resonancia magnética nuclear permite visualizar la forma de de algunos tejidos al ser dirigidos los electrones de algunas sustancias corporales hacia la fuente del campo magnético en la que se ha introducido al paciente.
Otra de las aplicaciones de la mecánica cuántica es la que tiene que ver con su propiedad inherente de la probabilidad. La Teoría Cuántica nos habla de la probabilidad de que un suceso dado acontezca en un momento determinado, no de cuándo ocurrirá ciertamente el suceso en cuestión.
Cualquier suceso, por muy irreal que parezca, posee una probabilidad de que suceda, como el hecho de que al lanzar una pelota contra una pared ésta pueda traspasarla. Aunque la probabilidad de que esto sucediese sería infinitamente pequeña, podría ocurrir perfectamente.
Surgió a lo largo de la primera mitad del siglo XX en respuesta a los problemas que no podían ser resueltos por medio de la física clásica.
Los dos pilares de esta teoría son:
• Las partículas intercambian energía en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, denominado quantum (cuanto) de energía.
• La posición de las partículas viene definida por una función que describe la probabilidad de que dicha partícula se halle en tal posición en ese instante
Ratificación Experimental
El hecho de que la energía se intercambie de forma discreta se puso de relieve por hechos experimentales, inexplicables con las herramientas de la mecánica clásica, como los siguientes:
Según la Física Clásica, la energía radiada por un cuerpo negro, objeto que absorbe toda la energía que incide sobre él, era infinita, lo que era un desastre. Esto lo resolvió Max Plank mediante la cuantización de la energía, es decir, el cuerpo negro tomaba valores discretos de energía cuyos paquetes mínimos denominó "quantum". Este cálculo era, además, consistente con la ley de Wien (que es un resultado de la termodinámica, y por ello independiente de los detalles del modelo empleado). Según esta última ley, todo cuerpo negro irradia con una longitud de onda (energía) que depende de su temperatura.
La dualidad onda corpúsculo, también llamada onda partícula, resolvió una aparente paradoja, demostrando que la luz y la materia pueden, a la vez, poseer propiedades de partícula y propiedades ondulatorias. Actualmente se considera que la dualidad onda - partícula es un "concepto de la mecánica cuántica según el cual no hay diferencias fundamentales entre partículas y ondas: las partículas pueden comportarse como ondas y viceversa".
El tamaño medio de un átomo es de una diez millonésima de milímetro, es decir, un millón de átomos situados en fila constituirían el grosor de un cabello humano ...
Aplicaciones de la Teoría Cuántica
El marco de aplicación de la Teoría Cuántica se limita, casi exclusivamente, a los niveles atómico, subatómico y nuclear, donde resulta totalmente imprescindible. Pero también lo es en otros ámbitos, como la electrónica (en el diseño de transistores, microprocesadores y todo tipo de componentes electrónicos), en la física de nuevos materiales, (semiconductores y superconductores), en la física de altas energías, en el diseño de instrumentación médica (láseres, tomógrafos, etc.), en la criptografía y la computación cuánticas, y en la Cosmología teórica del Universo temprano.
Un nuevo concepto de información, basado en la naturaleza cuántica de las partículas elementales, abre posibilidades inéditas al procesamiento de datos. La nueva unidad de información es el qubit (quantum bit), que representa la superposición de 1 y 0, una cualidad imposible en el universo clásico que impulsa una criptografía indescifrable, detectando, a su vez, sin esfuerzo, la presencia de terceros que intentaran adentrarse en el sistema de transmisión. La otra gran aplicación de este nuevo tipo de información se concreta en la posibilidad de construir un ordenador cuántico, que necesita de una tecnología más avanzada que la criptografía, en la que ya se trabaja, por lo que su desarrollo se prevé para un futuro más lejano.
En la medicina, la teoría cuántica es utilizada en campos tan diversos como la cirugía láser, o la exploración radiológica. En el primero, son utilizados los sistemas láser, que aprovechan la cuantificanción energética de los orbitales nucleares para producir luz monocromática, entre otras característcias. En el segundo, la resonancia magnética nuclear permite visualizar la forma de de algunos tejidos al ser dirigidos los electrones de algunas sustancias corporales hacia la fuente del campo magnético en la que se ha introducido al paciente.
Otra de las aplicaciones de la mecánica cuántica es la que tiene que ver con su propiedad inherente de la probabilidad. La Teoría Cuántica nos habla de la probabilidad de que un suceso dado acontezca en un momento determinado, no de cuándo ocurrirá ciertamente el suceso en cuestión.
Cualquier suceso, por muy irreal que parezca, posee una probabilidad de que suceda, como el hecho de que al lanzar una pelota contra una pared ésta pueda traspasarla. Aunque la probabilidad de que esto sucediese sería infinitamente pequeña, podría ocurrir perfectamente.
La
física moderna dice “tú si puedes”
Durante décadas, los
poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”,
cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica
cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el
ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el
pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad,
podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados
del mundo corroboran esta creencia.
El estudio sobre el
cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las
“tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde
se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien
sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una
actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o
sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.
Estos experimentos en
neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos
un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro
cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo
imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, si el cerebro
refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la
gran pregunta: ¿cuál es la Realidad? “La solución es que el cerebro no
hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas
redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que
ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina
quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras
palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que
procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.
La farmacia del
cerebro
En un pequeño órgano
llamado hipotálamo se fabrican las respuestas emocionales. Allí, en
nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia que existe, donde se
crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas secuencias de
aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o neuropéptidos.
Fisica Cuantica por yofre_lopez Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente. Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”
Fisica Cuantica por yofre_lopez Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente. Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”
En el momento en que
sentimos una determinada emoción, el hipotálamo descarga esos péptidos,
liberándolos a través de la glándula pituitaria hasta la sangre, que
conectará con las células que tienen esos receptores en el exterior. El
cerebro actúa como una tormenta que descarga los pensamientos a través
de la fisura sináptica. Nadie ha visto nunca un pensamiento, ni siquiera
en los más avanzados laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta
eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través
de las “fisuras sinápticas”.
Cada célula tiene miles de
receptores rodeando su superficie, como abriéndose a esas experiencias
emocionales. Candance Pert, poseedora de patentes sobre péptidos
modificados y profesora en la universidad de medicina de Georgetown, lo
explica así: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada
de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos
que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.
Nuestro cerebro crea estos
neuropéptidos y nuestras células son las que se acostumbran a “recibir”
cada una de las emociones: ira, angustia, alegría, envidia,
generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a ellas, se crean
hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones
sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un
pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando
pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones. Así es como una
persona asocia una determinada situación con una emoción: una mala
experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado, puede hacer que el
objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse encerrado. Si no se
interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría relacionar ese
pensamiento-objeto con esa emoción y reforzar esa conexión, conocida en
el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.
Todos los hábitos y
adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a no dormir, a hablar
en público, a enamorarse) puede hacer que recurramos a una pastilla,
una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El objetivo inconsciente es
“engañar” a nuestras células con otra emoción diferente, generalmente,
algo que nos excite, “distrayéndonos” del miedo. De esta manera, cada
vez que volvamos a esa situación, el miedo nos conectará,
inevitablemente, con la “solución”, es decir, con la adicción. Detrás de
cada adicción (drogas, personas, bebida, juego, sexo, televisión) hay
pues un miedo insertado en la memoria celular.
La buena noticia es que,
en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en cuanto quebramos esa
conexión, el cerebro crea otro puente entre neuronas que es el “pasaje a
la liberación”. Porque, como ha demostrado el Instituto Tecnológico de
Massachussets en sus investigaciones con lamas budistas en estado de
meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso,
en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas
formas de vivir las emociones.
Mente creadora
Los experimentos en el
campo de las partículas elementales han llevado a los científicos a
reconocer que la mente es capaz de crear. En palabras de Amit Goswani,
profesor de física en la universidad de Oregón, el comportamiento de las
micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el observador:
“cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo
hace, como una partícula”. Ello quiere decir que las expectativas del
observador influyen en la Realidad de los laboratorios… y cada uno de
nosotros está compuestos de millones de átomos.
Traducido al ámbito de la
vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra Realidad es, hasta cierto
punto, producto de nuestras propias expectativas. Si una partícula (la
mínima parte de materia que nos compone) puede comportarse como materia o
como onda… Nosotros podemos hacer lo mismo.
La realidad molecular
Los sorprendentes
experimentos del científico japonés Masaru Emoto con las moléculas de
agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad de que nuestra
mente sea capaz de crear la Realidad. “Armado” de un potente microscopio
electrónico con una diminuta cámara, Emoto fotografió las moléculas
procedentes de aguas contaminadas y de manantial. Las metió en una
cámara frigorífica para que se helaran y así, consiguió fotografiarlas.
Lo que encontró fue que las aguas puras creaban cristales de una belleza
inconmensurable, mientras que las sucias, sólo provocaban caos. Más
tarde, procedió a colocar palabras como “Amor” o “Te odio”, encontrando
un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras
que el odio, generaba caos.
Por último, probó a
colocar música relajante, música folk y música thrash metal, con el
resultado del caos que se pudieron ver en las fotografías.
La explicación biológica a
este fenómeno es que los átomos que componen las moléculas (en este
caso, los dos pequeños de Hidrógeno y uno grande de Oxígeno) se pueden
ordenar de diferentes maneras: armoniosa o caóticamente. Si tenemos en
cuenta que el 80% de nuestro cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras
emociones, nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen
en que nuestra realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura
interna está reaccionando a todos los estímulos exteriores,
reorganizando los átomos de las moléculas.
El valioso vacío
atómico
Aunque ya los filósofos
griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad
científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la
teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En las
escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto
de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su
núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor. Su
organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos
electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y
neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que
se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de
William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en
la universidad de Stanford, “la materia no es estática y predecible.
Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar
insignificante: el resto es vacío”.
En otras palabras, que el
átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que
pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo: “Heinsenberg, el
codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los
átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en
átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de
la consciencia. La física cuántica solo calcula posibilidades, así que
la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre
esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La
respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta,
el observador no puede ser ignorado”.
¿Qué realidad
prefieres?
El ya famoso experimento
con la molécula de fullerano del doctor Anton Zeillinger, en la
Universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula de
fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de cárbón) eran
capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este experimento “de
ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en laboratorios de
todo el mundo con partículas que han llegado a ser fotografiadas. La
realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos
lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público, al menos en el
ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover, ex presidente de
la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor de libros como
“El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así: “ahora mismo,
puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos
suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al
mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que
mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la
realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.
Quizás porque algunos
piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos,
los científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las
magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque
las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia
divulgativa.
Seguramente la teoría de
los universos paralelos, origen de la de la “superposición cuántica”, es
la que ha conseguido llegar mejor al gran público. Lo que viene a decir
es que la Realidad es un número “n” de ondas que conviven en el
espacio-tiempo como posibilidades, hasta que UNA se convierte en Real:
eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con
nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí
puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y
negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras
palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo aquello
que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades-ondas, claro).
En realidad, los
descubrimientos de la física cuántica vienen siendo experimentados por
seres humanos desde hace milenios, concretamente, en el ámbito de la
espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos del Mar Muerto,
Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que,
dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a
la actual. En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida
ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de
rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de
pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya
se había cumplido, una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el
deporte de alta competición, sin ir más lejos. Seguramente, muchos han
visto en los campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o
pértiga realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se
visualizan a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta
técnica procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha
desarrollado técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías
orientales. La moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito
de la publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general,
coincide en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo
para la consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante
en la creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con
aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa
realidad.
La búsqueda científica
del alma
En las últimas décadas,
los experimentos en el campo de la neurología han ido encaminados a
encontrar donde reside la conciencia. Fred Alan Wolf, doctor en física
por la universidad UCLA, filósofo, conferenciante y escritor lo explica
así en “¿Y tú qué sabes?” de la que se espera la segunda parte en pocos
meses: “Los científicos hemos tratado de encontrar al observador, de
encontrar la respuesta a quién está al mando del cerebro: sí, hemos ido a
cada uno de los escondrijos del cerebro a encontrar el observador y no
lo hemos hallado; no hemos encontrado a nadie dentro del cerebro, nadie
en las regiones corticales del cerebro pero todos tenemos esa sensacion
de ser el observador”. En palabras de este científico, las puertas para
la existencia del alma están abiertas de par en par: “Sabemos lo que el
observador hace pero no sabemos quién o qué cosa es el observador”.
Hoy recuperadas por la
física cuántica, muchas de estas afirmaciones eran conocidas en la
Antigüedad, como en el caso del “Catecismo de la química superior”, de
Karl von Eckartshausen.
—————————————————————————————
Cuadro 1 Nuestro cerebro:
un ordenador que procesa información
A cada segundo, en una
vida como la moderna llena de estímulos: nos bombardean enormes
cantidades de información. El cerebro solo procesa una mínima cantidad
de ella: 400 mil millones de bits de información por segundo. Los
estudios científicos han demostrado que sólo somos conscientes de 2.000
mil de esos bits, referidos al medio ambiente, el tiempo y nuestro
cuerpo. Así pues, lo que consideramos la Realidad, es decir, aquello que
vivimos, es sólo una mínima parte de lo que en realidad está
ocurriendo. ¿Cómo se filtra toda esa información?
A través de nuestras
creencias: El modelo de lo que creemos acerca del mundo, se construye
desde lo que sentimos en nuestro interior y de nuestras ideas. Cada
información que recibimos del exterior se procesa desde las experiencias
que hemos tenido y nuestra respuesta emocional procede de estas
memorias. Por eso, los malos recuerdos nos impulsan a caer en los mismos
errores.
Cuadro 2: Cómo romper
con esos malos hábitos del pensamiento
El cerebro crea esas redes
a partir de la memoria: ideas, sentimientos, emociones. Cada asociación
de ideas o hechos, incuba un pensamiento o recuerdo en forma de
conexión neuronal, que desemboca en recuerdos por medio de la memoria
asociativa. A una sensación o emoción similar, reaparecerá ese recuerdo
en forma de idea o pensamiento. Hay gente que conecta “amor” con
“decepción” o “engaño”, así que cuando vaya a sentir amor, la red
neuronal conectará con la emoción correspondiente a cómo se sintió la
última vez que lo sintió: ira, dolor, rabia, etc. Según Joe Dispenza “si
practicamos una determinada respuesta emocional, esa conexión sináptica
se refuerza y se refuerza. Cuando aprendemos a “observar” nuestras
reacciones y no actuamos de manera automática, ese modelo se rompe”. Así
pues, aprender a “ver” esas asociaciones es la mejor manera de evitar
que se repitan: la llave es la consciencia.
Cuadro 3: La mecánica
de la erección
La mejor metáfora del
pensamiento creador es el miembro masculino. Una sola fantasía sexual,
es decir, un pensamiento erótico, es capaz de producir una erección, con
toda la variedad de glándulas endocrinas y hormonas que participan en
ello. Nada hay fuera de la mente del hombre pero, sin embargo, se
produce un torbellino hormonal que desemboca en un hecho físico
palpable. En el lado femenino, también el poder del pensamiento asociado
al erotismo se convierte a menudo en hechos físicos, demostrando la
capacidad del pensamiento para crear situaciones placenteras… o
adictivas. Los más firmes defensores del poder de la visualización
llegan a proponer que se puede obtener a través de ella casi todo lo que
deseamos.