El artista Víctor Brossa
entrevista a Víctor Truviano, el joven pránico conocido por no ingerir
alimentos o bebidas desde hace años. Estudiado por la misma NASA, Víctor
prefiere compartir las maravillas de su estado pránico, antes que
hablar demasiado sobre la no ingesta de alimentos o líquidos.
A pesar de considerarlo una consecuencia de su estado de conciencia, Brossa en este caso deriva la charla hacia su proceso de vida para que entendamos como dejó poco a poco de desear comer o beber, para luego profundizar en otros temas que presentan ante nuestros ojos a un ser más humano que nunca, y sobre todo, a un hombre respetuoso con todo y con todos, sin juicios externos o afán de poder. Un Víctor Truviano que sueña con ser parte de los demás desde lo cotidiano.
Víctor sufriría un grave accidente unos meses después de la entrevista. Los médicos contemplaban la posibilidad de que no pudiera volver a caminar. Gracias a la integración que Víctor proyecta, aceptó de la medicina oficial todas las ayudas, incluida la condición y obligatoriedad de que ingiriera al menos líquidos. Aceptó con lágrimas, porque leyó en lo que para otros podría haber sido una agresión a su modo de vida, que el Universo le mandaba una señal, el regalo que él siempre pidió los últimos años. Hablando con “La Cosa”, que es como Víctor llama a Dios,le pidió volver a beber.
El beber o el comer no tienen por qué cambiar su estado de conciencia, dice él mismo mientras, con la prótesis de platino, vuelve a caminar.
A pesar de considerarlo una consecuencia de su estado de conciencia, Brossa en este caso deriva la charla hacia su proceso de vida para que entendamos como dejó poco a poco de desear comer o beber, para luego profundizar en otros temas que presentan ante nuestros ojos a un ser más humano que nunca, y sobre todo, a un hombre respetuoso con todo y con todos, sin juicios externos o afán de poder. Un Víctor Truviano que sueña con ser parte de los demás desde lo cotidiano.
Víctor sufriría un grave accidente unos meses después de la entrevista. Los médicos contemplaban la posibilidad de que no pudiera volver a caminar. Gracias a la integración que Víctor proyecta, aceptó de la medicina oficial todas las ayudas, incluida la condición y obligatoriedad de que ingiriera al menos líquidos. Aceptó con lágrimas, porque leyó en lo que para otros podría haber sido una agresión a su modo de vida, que el Universo le mandaba una señal, el regalo que él siempre pidió los últimos años. Hablando con “La Cosa”, que es como Víctor llama a Dios,le pidió volver a beber.
El beber o el comer no tienen por qué cambiar su estado de conciencia, dice él mismo mientras, con la prótesis de platino, vuelve a caminar.