Un breve recorrido por el fascinante mundo de la telepatía en
los sueños, los sueños compartidos y hasta los sueños lúcidos mutuos
(quizás el futuro del diseño de realidades), desde la investigación
científica hasta el sentido filosófico y la dimensión poética que
suscitan.
Louis Janmot: “El Poema del Alma”
“All human beings are also dream beings. Dreaming ties all mankind together,” Jack Kerouac.
“Todos los objetos que creemos ver [en los sueños] indican un deseo del alma”, Hipócrates.
En la primera parte
de esta serie analizamos la creencia en que algunos sueños tienen un
origen divino o espiritual y pueden transmitir información oracular y
precognitiva –desde casos científicos hasta referencias históricas
inscritas en una narrativa simbólica y mitopoética. En esta segunda y
última parte nos concentraremos en la comunicación telepática que ha
aparecido históricamente en los mitos y en la literatura y
recientememente tema de investigación científica. Intentaremos explicar
o encontrar un sentido, si no científicamente, sí poética o
metafísicamente, a la telepatía onírica y a la ominosa cualidad que
parecen tener ciertos sueños
Montague Ullman, el fundador del Dream
Laboratory en el Maimonides Medical Center y una de las figuras claves
en el estudio de la parapsicología de los sueños, ha recopilado una
serie de anécdotas históricas sobre telepatía en los sueños, además de
haber realizado numerosos experimentos científicos. Tenemos, por
ejemplo, la historia del rey Nabucodonosor, quien frustrado por no
recordar un sueño que le había dejado una fuerte impresión –y que sus
propios interpretes no lograran auscultarlo– le pidió ayuda al profeta
Daniel, quien rezándole a Dios vio el sueño de Nabucodonosor en una
visión nocturna, en lo que parece ser uno de los primeros episodios
registrados de telepatía onírica, aunque esta no fuera en el mismo
momento.
El filósofo griego Demócrito, famoso por
su teoría de que el mundo está compuesto de partículas indivisibles o
átomos, desarrolló una de las primeras teorías físicas para explicar la
telepatía en los sueños. Según Demócrito los átomos constantemente
emiten imágenes de sí mismos, las cuales a su vez están compuestas de
otros átomos; las imágenes proyectadas por las cosas vivas, cuando
cargadas emocionalmente, pueden transmitirse a un soñador (o a un sujeto
perceptual). “La importancia que le asignaba al estado emocional del
emisor o agente es consistente con la evidencia y los relatos de la
actualidad”, dice Ullman. Una versión más sofisticada de la teoría de
Demócrito ha sido propuesta por el biólogo Jeremy Narby, quien sugiere
en su libro The Cosmic Serpent que una comunicación entre
ciertas plantas y chamanes del Amazonas podría ocurrir a nivel
molecular, quizás directamente a través de una radiación del ADN.
Otra antigua explicación de la
información que puede obtenerse en los sueños tiene que ver con la
concepción oriental de que el sueño es un estado intermedio o bardo y
durante este intermedio de la conciencia el alma puede dejar el cuerpo
“bajo la protección de la respiración” y vagar por el espacio e incluso
por las dimensiones astrales.
EXPERIMENTOS DE TELEPATÍA ONÍRICA
La telepatía en los sueños ha sido
investigada por la ciencia por lo menos desde hace 60 años. El
experimento clásico que se ha diseñado es una dinámica en la que un
emisor o agente intenta transmitir una imagen a un participante o
perceptor dormido. En 1953 el psicoterapeuta Wilfred Daim transmitió un
símbolo geométrico y un color en combinación aleatoria con un porcentaje
de éxito del 75%. Por la misma época Ullman y Dale iniciaron
experimentos de sincronicidad en los que exploraron la correspondencia
entre sueños grabados y eventos que ocurrieron en sus vidas diarias.
En junio de 1964 se iniciaron los
experimentos en la clínica Maimonides usando monitoreo encefalográfico,
probablemente los más citados en la literatura médica. A grandes rasgos
el diseño del experimento es el siguiente: un grupo de 12 voluntarios
es conectado a unos electrodos para medir su entrada al sueño R.E.M;
una vez que esto sucede un agente, que sólo ha tenido contacto con los
voluntarios al momento de colocarles los electrodos, empieza a
transmitir una imagen (una de 12 pinturas seleccionadas al azar)
pensando en ella y dibujándola. Después los voluntarios comunican al
agente el contenido de su sueño, narrando lo sucedido y haciendo
asociación libre. Un grupo de tres jueces externos recibe las
transcripciones de los reportes y copias de las 12 pinturas usadas en
tarjetas postales. Los jueces realizan una evaluación siguiendo el
método de análisis de Schaffé.
Los
resultados de los experimentos Maimonides no siempre fueron
significativos, pero en el caso de algunos sujetos se registró una
extraordinaria correspondencia telepática entre la emisión y la
recepción. Uno de estos casos fue el del también parapsicólogo Robert
L. Van de Castle, quien fuera apodado “El Prínicpe de los Perceptores”.
Van de Castle cuenta sobre su primera partipación en estos
experimentos:
La imagen
seleccionada aleatoriamente fue El Descubrimiento de América por
Cristobal Colón, de Salvador Dalí. La pintura muestra a un joven Colón
en una secuencia onírica sobre su futuro viaje a través del Atlántico.
La Virgen María aparece en un estandarte llevado por Colón mientras que
camina por una playa. Lleva una túnica blanca transparente en la que se
pueden apreciar sus pezones. Detrás están los barcos, una iglesia, unos
sacerdotes y varios monaguillos también con túnicas blancas.
Entre las imágenes
descritas esa noche en mi reporte REM habían referencias a “jóvenes
figuras masculinas”, “una mujer de Atlantic City o Atlantic Beach”, “el
tema de la maternidad”, “una gran misa”, “personas vestidas con ropa
blanca” y “pijamas semitransparentes a través de las cuales se podían
ver sus pezones”. La mañana siguiente, antes de ver una selección de 8
imágenes, dije: “las personas estaban usando el tipo de pequeños hábitos
blancos que usan los monaguillos” e indique que la imagen tenía que ver
con algo de “significado nacional o histórico”.
Van de Castle protagonizó numerosos
experimentos en los que se registró un efecto telepático
estadísticamente significativo y él mismo diseñó sus propios
experimentos. Uno de ellos a través de la publicación Dream Network
Bulletin Telepathy Project en el que se notificó a los lectores que
estaría concentrándose en un imagen la noche del 17 de noviembre de
1985. La imagen seleccionada fue la de una indígena Cuna de Panamá
frente a una choza de madera. Aunque hubo algunos reportes que
describieron algunos rasgos de la imagen, lo más interesante fue que
varios de los sueños de los lectores resonaron con los sueños que tuvo
de Van de Castle esa noche, particularmente los de una mujer llamada
Claudia, como si hubieran navegado en sintonía por las mismas
frecuencias oníricas
SUEÑOS COMPARTIDOS
“I’ll let you be in my dream, if I can be in yours.” -Bob Dylan
Aunque parte de la telepatía onírica, los sueños compartidos merecen una mención especial. Hart ( Towards a New Philosophical Basis for Parapsychological Phenomena,
1965) los define como “aquellos en los que dos o más soñadores se
sueñan en una situación en común en el tiempo-espacio, e
independientemente recuerdan sus alrededores, su conversación o sus
interacciones dentro del sueño”.
El psicólogo de la Universidad de Stanford, Stephen LaBerge, la máxima autoridad en el estudio de los sueños lúcidos, escribe:
Recuentos de “sueños
mutuos” sugieren que el mundo de los sueños en algunos casos puede ser
tan objetivamente real como el mundo físico. Esto es debido a que el
principal criterio para la “objetividad” es que una experiencia sea
compartida por más de una persona, lo cual supuestamente ocurre en los
sueños mutuos. En ese caso, ¿qué le sucedería a la tradicional
dicotomía entre los sueños y la realidad?
Los
estudios de LaBerge con soñadores lúcidos que emiten una señal cuando
han despertado dentro del sueño sugieren que experiencias en los sueños,
como tener sexo, reportan las mismas señas fisiológicas que se
registran cuando las mismas experiencias ocurren en la vigilia (mismas
alteraciones en el ritmo cardiaco, respiración, etc.). Esto parece
indicar que para el cerebro lo que ocurre en los sueños es igualmente
real que lo que ocurre cuando estamos despiertos (y recordemos la fras
de Tim Leary “el cerebro está diseñado para diseñar realidades”, asi
que, ¿cuál es la verdadera y tajante diferencia entre los sueños y la
realidad?).
Se dice que los sueños, donde es común
un desdoblamiento de la persona en dimensiones etéreas, son responsable
de la creeencia en lo espiritual — el alma como la ficción del sueño.
“El hombre creyó que estaba descubriendo una segunda realidad en el
mundo de los sueños, y este es el origen de toda metafísca. Sin los
sueños, la humanidad no hubiera tenido la ocasión de inventar tal
división en el mundo”, escribe Nietzsche. LaBerge está de acuerdo con
Nietzsche, pero a diferencia del filósofo alemán se pregunta sobre la
naturaleza de lo real y si la división entre esta y los sueños no es
también un vició de la razón (la misma que dividió al cuerpo y a la
psique): “Supongamos que la idea del alma-cuerpo deriva de las
experiencias subjetivas del mundo de los sueños. Que se le otorgue o no
al alma el estátus de realidad objetiva dependerá del estátus de
realidad que se le de al sueño”. Es decir, aunque la idea del alma sea
generada por los sueños, la investigación científica moderna considera
relevante cuestionarse la supuesta potestad que tiene el mundo de la
vigilia sobre lo real. “Esto finalmente nos hace preguntarnos si la
realidad física no es una especie de sueño compartido. ¿Quizás lo que
realmente sucede es el resultado balanceado de una miriáda de
interacciones generadas por todos nosotros soñando el sueño de la
realidad consensual?”, concluye LaBerge.
Para probar el poder de los sueños compartidos, se puede participar en línea en los proyectos colectivos de Oneironauticum
(una comunidad que se reúne ciertos días agendados para intentar saltar
juntos a los sueños y coincider en el espacio onírico) y hasta intentar
ganar el concurso anual de telepatía onírica.
O para los más atrevidos se puede intenatr hacer el paso dimensional a
través del Gran Crisantemo y coexperimentar los peculiares mundos de la
dimetiltriptamina participando en los Eventos Sincronizados en el Hiperespacio.
MENSAJERÍA DEL ESPÍRITU: DECODIFICANDO LAS TRANSMISIONES ONÍRICAS
Para concluir con esta breve serie
investigando la comunicación extrasensorial o paranormal de los sueños
(definiciones que quizás sean erróneas, ya que la telepatía no parecer
ser algo demasiado fuera de lo normal y los sentidos que se usan parecen
ser los mismos o solamente una acepción más sutil), quisieramos
reflexionar sobre los mecanismos que permiten conectar a las personas
entre sí durante los sueños (o conectarlas con partes de sí mismas que
generalmente yacen inaccesibles) y tal vez darle un sentido existencial y
filosófico a estas transmisiones. En la primera parte ya analizamos el
papel que juega el inconsciente como profundo almacén de memorias
desconocidas, arquetípicas y transpersonales, al nivel de que podríamos
confundir lo espiritual o lo paranormal con información que simplemente
no somos conscientes que sabemos. Y es que si ponemos un lente
magnificante sobre nuestro inconsciente quizás descubramos que tiene el
mismo tamaño que el universo. Ahora veamos otras teorías más
alternativas. Según Ullman:
Una de las
características del soñar es que escanea el pasado hacia depósitos de
memorias remotas en el intento de vincular el impacto de una situación
presente en una experiencia pasada. El resultado de esta búsqueda de
información está organizado bajo un esquema de contigüidad emocional y
no tanto en categorías espaciales o temporales. Los datos pertinentes
de telepatía onírica y sueños precognitivos sugieren que el proceso de
escaneo puede, en ocasiones, superar brechas emocionales y espaciales
para proveer información independientemente de todo canal de
comunicación conocido.
El psicólogo Sigmund Freud, quien, en
oposición a Carl Jung, ha sido representado como dueño de una mente
racional y escéptica, en realidad sostuvo la creencia en formas de
comunicación telepáticas por algunos periodos de su vida. Freud llegó a
creer que la telepatía constituía un proto-lenguaje, usado por
sociedades primitivas.
Según Jon Tolaas la telepatía onírica
podría haber surgido como parte del vínculo entre la madre y el hijo. El
joven indefenso al localizar una amenaza la incorpora a la imaginaria
de su sueño y puede en ocasiones transmitirla al adulto protector, de
alguna forma borrando la barrera entre la vigilia y el sueño –una
barrera que de todas maneras es borrosa en ciertas culturas.
Ullman considera que ya que el sueño REM
es anetrior al sueño de ondas lentas, “la telepatía onírica puede
concebirse como el medio original para mantener los lazos
comunicacionales en los periodos simbióticos tempranos de todas las
especies mamíferas, cuando los canales ‘ordinarios’ no logran cruzar la
división temporal y espacial entre padres e hijos”.
EL FUTURO DE LOS SUEÑOS (UTOPÍA, SANACIÓN Y SALTOS DIMENSIONALES)
Quizás
el cúlmen, la graduación de arte del (en)sueño sea lograr tener sueños
lúcidos compartidos. Según refieren anécdotas del yoga tibetano de los
sueños, de los libros de Carlos Castaenda o como hemos visto
anteriormente aquí, es posible viajar a espacios oníricos en los que se
puede tener interacción consciente con diferentes personas o entidades.
En la saga de Castaneda, el brujo yaqui Don Juan Matus lo instruye en el
Arte de Ensoñar, una serie de técnicas aparentemente toltecas (aunque
podrían contener elementos sincréticos) desarrolladas por los “naguales”
para cruzar dimensiones y entablar una relación de poder e intercambio
energético con seres inorgánicos (posiblemente dioses o entidades
guardianas de mundos que parecen alimentarse del hombre). Estas
dimensiones parecen tener una realidad independiente hasta cierto punto
del soñador –o al menos consistente y resonante con la arquitectura de
la mente colectiva. Uno podría pensar en que son niveles dentro de un
videojuego que persisten y se repiten hasta que no se logren superar
–hasta que no se mate al monstruo o hasta que no se logre burlar la
vigilancia y encontrar una puerta. Asimismo parte de las enseñanzas
implican desarrollar –en una especie de materialización eteréa– un
doble. Este doble es una proyección psíquica indistinguible de la
persona que es capaz de estar en otra parte, en sueños (pero los sueños
ya se han fundido con la realidad) y vivir experiencias conscientemente
–por ejemplo tomar una copa en un bar con una mujer en la Ciudad de
México y al mismo tiempo estar en una montaña en el estado de Morelos.
Esto presenta una alternativa en casos extraordinarios, por ejemplo, una
pareja que está separada por causas insuperables dentro de una realidad
puede encontrar el sosiego en otra realidad onírica y fundirse en el
abrazo que le ha sido negado –pero solo en un orden de lo real.
Toda gran historia de amor empieza
con un sueño o con una visión (un sueño despierto). Todo gran despertar
espiritual empieza con un sueño. La imagen desnuda del alma. La máquina
magnética que proyecta sus cintas desde las estrellas. El velo que se
estremece en un destello que lo atraviesa.
La telepatía en sueños lúcidos
representa quizás el esquema más brillante al cual puede aspirar el ser
humano –a convertir el mundo que experimenta en un mundo diseñado
mutuamente en sueños. Como los personajes de la película Inception,
pero a una escala planetaria: en el sueño a todos se nos presenta la
posibilidad de ser el demiurgo, el arquitecto. Y es que, según los
Vedas, el mundo que vivimos fue creado en la mente de la divinidad
–somos el sueño de alguien más. Pero si somos la imagen de la divinidad,
en ese espejo de juego que se abre, tenemos la posibilidad de soñar
nuestro propio mundo.
De estos experimentos, los cuales
sugieren que la telepatía onírica es posible, surgen nuevas
posibilidades de interconexión y asistencia evolutiva. De la misma
manera que millones de personas rezan creyendo que sus pensamientos y
palabras pueden ayudar a alguien más, es posible quizasr dirigir sueños
de manera colectiva e individual para lograr un efecto deseado. Inspirar
una imagen de belleza, de seducción y sanación –un poderoso símbolo o
la revelación de un enigma– o quizás conectarse con una persona querida
para intervenir en sus sueños como guía, acaso como Virgilio y Beatriz
en el camino de Dante fuera del Infierno y hacia el Paraíso (y es que
todos enfrentamos velados en la cotidianidad, que poco escucha lo
simbólico, nuestros propios inframundos y nuestras propias dimensiones
astrales).
Experimentos de este tipo podrían
realizarse de manera similar a aquello en los que cientos de personas
meditan con una intención – logrando efectos como reducir el crimen en una ciudad. Somos lo que soñamos, pero este río secreto de gran riqueza (el río del eidolon)
que quizás nos conecta con un mar cuyas olas rompen por encima de las
estrellas y por debajo de la piel, pasa generalmente de noche,
desapercibido, como una constante voz silenciosa que dice nuestro nombre
y habla sobre nuestra vida más allá de nuestra memoria consciente, en
un punto, como un horizonte que conecta el cielo y la tierra, en el que
nuestra mente y nuestro espíritu se funden. Escuchar esta voz silenciosa
y observar las imágenes que emite nuestra alma, una vez que se depura
la percepción y se abre el caudal hacia la indómita corriente del
inconsciente, es sin duda una de las claves para integrar la
multiplicidad psíquica que somos y que nos mantiene fragmentados (la
sombra con sus ángeles y demonios)… Es probablemente una de las claves
para encontrar un sentido en la vida –en una dimensión que nos presenta
con un irresoluble misterio– y no ser, como nos advirtiera Jung,
esclavos de nuestro inconsciente (llamándolo destino). Y es que tal vez
la telepatía onírica ocurre diariamente: es la comunicación de nuestro
espíritu. Un espíritu que busca no tener que ser ajeno ni distante, que
busca hablar con una sola voz –mente, cuerpo y espíritu: la flor de luz
en el crisol.
Twitter del autor: @alepholo
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